Escritor, maestro, amante de la gastronomía y uno de los mejores fotógrafos del país, Nacho Urquiza descubrió desde temprana edad que la fotografía era una excelente forma de registrar todo lo que nos rodea. Este “artesano de la imagen”, como se define, se inspira en sus sueños y gracias a estos, lleva 100 libros publicados en su haber. Entre los más recientes, se encuentran Sabor cubano, y está por terminar otro para el restaurante El Cardenal. Dirige además su escuela el Taller Urquiza Fotógrafos fundado hace más de 10 años y desde hace 40 años, el Estudio Urquiza donde realiza parte de su trabajo. Nacho Urquiza nos platica lo que hace a un buen fotógrafo, sus obras, recomendaciones y nos invita a tener una perspectiva diferente de la realidad.
¿Qué significa para ti la fotografía y por qué crees que es una parte tan importante y trascendente para la humanidad? Han pasado más o menos 160 años desde que nació la fotografía. La primera foto y las fotos aéreas de París en globo y esos registros, los cuales muy probablemente impresionaron a los que las vieron y a los que las tomaron. Se ha hecho un registro de la historia, del planeta, de la naturaleza, de los hechos más relevantes y de los personajes. No es una interpretación como la danza y la pintura. Es muy padre que se pueda observar estos 160 años en fotografías, que son reflejo 100% de la realidad. Les falta tercera dimensión, pero es el testigo.
Además, en los últimos 20 años, se ha vuelto una herramienta artística y de comunicación estética, o decorativa, que ha llenado las paredes de los museos del mundo de una manera impresionante, sustituyendo la pintura en gran parte, con un lenguaje propio, nuevo, fresco, que no estaba antes. Aunque claro que había artistas y grandes fotógrafos como Robert Mapple Thorpe, Álvarez Bravo haciendo fotografía artística, pero lo que está pasando ahorita en el mundo de la fotografía con los nuevos lenguajes y tecnologías, los tipos de color que se están manejando, las formas, significados y la estética nueva, es una moda que llegó para estacionarse y que está fluyendo a la velocidad que estamos fluyendo en el mundo. Es muy interesante.
Si pudieras describir tu trabajo en una sola palabra que no fuera fotografía o fotógrafo, ¿cuál sería? No soy un fotógrafo reportero. Yo hago mis fotos y eso significa que soy un “hacedor de imágenes” o un “artesano de la imagen”. Yo no tomo fotos, yo hago fotos. Esa es una diferencia medular.
Todas las fotos que están en mi archivo y que constantemente estoy generando, las fabrico, ya sea con mi imaginación o con mi equipo de trabajo. Desde el setting hasta de arquitectura, y de la combinación de gastronomía con arquitectura, todo es preconcebido en mi mente. Ya después el disparo es un resultado de lo que mi mente generó. “Hacedor de imágenes” o “artesano de la imagen”, serían frases con las que me siento cómodo.
Cuéntanos sobre tu recuerdo más viejo relacionado con la fotografía. Definitivamente, en el cuarto oscuro, en el laboratorio con mi papá revelando las fotos que habíamos tomado durante un viaje o durante el día.
Tu formación base en fotografía es familiar, ¿tu papá era fotógrafo? Él era pediatra, pero llegaba a la casa y se convertía en fotógrafo. Nos tomaba fotos, iluminábamos, teníamos cajas de luz, reflectores y materiales. De ahí nos metíamos al cuarto oscuro y revelábamos, y en la noche ya teníamos las fotos.
¿Cuántos años tenías en este recuerdo? Como 6 o 7.
¿Naces o te haces un “buen fotógrafo”? Yo creo que hay muchísimo que aprender en cuanto a composición, tecnología y no creo mucho en la inspiración por generación espontánea o heredada. Creo que el fotógrafo se hace totalmente de estudiar y trabajar. A lo mejor un torero hereda el cuerpo de su papá, es decir, el cuerpo adecuado para ser torero y a lo mejor traigo en mis neuronas alguna parte más visual que otras personas, pero nada más. Todo lo demás lo he estudiado y ha sido muchísimo trabajo. He estudiado: periodismo, fotografía, comunicación, cine, estéticas, mercadotecnia. No he parado de estudiar todo lo que tiene que ver con la imagen. Mucho arte, museos, cursos de historia del arte.
¿Cuáles son tus fuentes personales de inspiración? 100% los sueños. Yo sueño y es- cribo en la mañana. Tengo una libretita roja (siempre las compro rojas) y ahí voy escribiendo todo lo que se me va ocurriendo. A veces no las vuelvo a ver, pero por lo menos, escribí. Esas libretitas están en un lugar especial de mi casa y esa es una mina de inspiración. Ahorita que voy a tener una exposición individual, me voy a meter ahí, porque ahí van a estar las imágenes que hice. Nada más me falta dispararlas, imprimirlas y colgarlas. Ya están hechas.
Sabemos que estás por publicar tu libro 100, pero de todo lo que has hecho, cuéntanos de algún trabajo del que te sientas particularmente orgulloso. Yo creo que hay dos libros últimos que me fascinaron, pero uno especialmente que fue Cantinas, que acaba de salir. Estuve metido con René, mi asistente, de aquí para allá; recorrimos como 35 cantinas los cuatro días de la semana. A las 12 del día les decía en el estudio: “Ya me voy a mi cantina, nos vemos mañana”, y nos íbamos a buscar una cantina adecuada donde se comiera bien, una ya recomendada.
Muchas no entraron en el libro, pero las que quedaron es porque son verdaderos templos de la cocina de cantina. Es muy española la cantina, tiene una combinación de la cocina española y mexicana, pero esencialmente encuentras la base de la cocina española que llegó en los siglos XVIII, XIX, y en el XX con los exiliados que llegaron con Lázaro Cárdenas, y esa costumbre de las tapas, del bar, los hombres, es española.
Has hecho muchos libros que tienen que ver con fotografía y gastronomía. Hoy en día puedo decir que mi hobby es la cocina, que antes no era. Se fue dando, empecé a aprender de Patricia Quintana, Susana Palazuelos, Mónica Patiño y Ricardo Muñoz. Siempre he estado trabajando con ellos y nada más de verlos, por ósmosis se me fue pegando el gusto y algunas técnicas. No soy un técnico en la cocina, pero algunos platillos sí me salen bien. Además, el pasado 13 de febrero, en La Habana, presenté mi libro Sabor cubano y actualmente estoy por terminar un libro para el restaurante El Cardenal, que es uno de los templos donde se resguarda la cocina tradicional mexicana.
Si pudieras recomendar un lugar, un museo, una galería, lo que fuera en el mundo para ver buena fotografía, ¿qué lugar recomendarías? Yo creo que en las ferias se está viendo ahorita lo mejor. Basel, en Basilea creo que es una maravilla. Yo no he estado, pero he visto los catálogos y estoy viendo si voy en junio. También Basel Miami, y eventualmente, el crecimiento de la Zona Maco Foto, en México, va muy bien. Chelsea en Nueva York y todas las galerías de foto están muy padres; Foto España es una maravilla, estuve el año pasado; Barcelona, Bilbao, Madrid, llenas de fotos, todas las galerías se convierten en espacios de foto, es increíble la abundancia y el buen material.
Ahora están el video, las instalaciones, las fotografías intervenidas, foto video, foto con movimiento, no sé dónde vamos a parar, porque va muy rápido el avance. Eventualmente creo que el laboratorio fotográfico como lo conocíamos –el del revelado, fijador y ampliadora–, va a regresar muy pronto. Saber manejar la cámara para eso, sin la ventanita de atrás. Realmente ahí sí necesitas conocimiento de qué va a pasar. Si estás pensando en blanco y negro, tienes que tomar en cuenta lo tonos, saber qué estás haciendo.
Si le fueras a dar un consejo a alguien que estuviera empezando una carrera en fotografía, ¿cuál sería? Lo primero, que se compren una cámara con lente fijo; eso es lo que yo le recomiendo a mis alumnos. Que no usen zoom, si no un solo lente. Esto te obliga a acercarte y alejarte a las cosas, y eso es lo que te hace encuadrar bien. En cambio, con el zoom estás parado en el mismo lugar y haces tus acercamientos con el lente, pero no es lo mismo. A algunos nos gusta más el telefoto, a otros el lente normal o el gran angular. Yo tengo dos profesores aquí que siempre están con un gran angular 16 o 20, siempre con eso. Yo no me hallo con esos lentes, soy más de telefoto, con un 85. Me gusta más compactar la perspectiva, pero cada quien su gusto. Escoger tu lente es como ponerte un saco de un color o del otro, es tu personalidad.
Si pudieras elegir un momento histórico que te hubiera gustado fotografiar, ¿cuál sería? Fuera de que los colores han de haber sido un poquito cursis desde el ángulo de hoy, me hubiera encantado ver la llegada de Cortés a Tenochtitlan. Me hubiera gustado estar o yo creo que ahí estuve, nada más que no traía cámara.
¿Alguien con quien te gustaría hacer alguna colaboración? Sí, me gustaría hacer un libro con Elena Reygadas, con Ricardo Muñoz y Enrique Olvera, pues me encanta como entienden la cocina. También René Redzepi.
Sabemos que tu escuela de fotografía Taller Urquiza Fotógrafos cumple ya 10 años de haberse fundado, ¿cómo nace esta idea y en qué consiste? Espontánea y naturalmente nació aquí en el estudio una escuela de fotografía a raíz del cambio de la tecnología análoga a digital. Fue un cambio que a todos nos dejó completamente congelados.
Mis colegas y yo veníamos de una escuela con cero computación, ni nada que estuviera relacionado con lo digital ni virtual. Todo era ojo, técnica, perfección, un ojo educadísimo para que no hubiera errores, ya que no había retoque. Si se quedaba una pelusita de un pincel con el que habían retocado una carne o un pastel y se quedaba en la placa, no había manera de quitarla. Había que repetir la foto. Nuestro ojo era sumamente estricto antes de disparar y ninguno de los que estábamos en el estudio sabía lo que estábamos haciendo, ni qué combinación de luces estábamos usando ni qué iba a resultar, pero cuando decíamos que ya estaba la foto significaba que ya estaba. Hacíamos muy poco retake; si hacías mucho retake ya no te contrataban. Hoy es otra cosa.
A raíz de que nace la fotografía digital, nosotros, colegas y competidores fotógrafos, no entendíamos qué estaba pasando. Nos empezamos a reunir 20 fotógrafos de México, todos los miércoles, en mi estudio, Paolo Gori, Jorge Contreras, los grandes fotógrafos del momento, comenzando los 90, para compartir qué íbamos a hacer, qué estaba pasando con los pixeles, jpg, qué es esto del sensor y del Photoshop.
Trajimos expertos, nos dimos cursos, nos fuimos a estudiar fuera, pues se trataba de un cambio muy importante. Algunos fotógrafos no se subieron, y a mí fue de los que más trabajo le costó cambiar. En este dar e intercambiar entre nosotros conocimientos, tecnología, tips, secretos, se me acercó mucha gente aficionada pidiendo clases o cursos para entender qué estaba pasando con lo digital. En un punto ya era bastante gente que me lo estaba pidiendo y así nació la escuela. Reuní a algunos profesores porque yo no podía dar todas las clases, y de repente, ya teníamos 20 alumnos, ahora somos cerca de 200 y han salido más de 1,200 fotógrafos de la escuela. Es fascinante porque no tenemos secretos. En ese cambio aprendimos a no guardar nada, todo está en el aire y el conocimiento está para compartirse hoy en día.
El Taller Urquiza Fotógrafos cumple ya 10 años de haberse fundado y me siento muy orgulloso de haber contagiado esta pasión por crear imágenes a muchos de esos 1,200. Transmitir el gusto por la imagen y haberles enseñado a ver de una manera distinta el mundo; se ve de otra manera a través de nuestro rectángulo, que es el visor. Es mi pasión, yo no sé de dónde saqué esto de la docencia, pero me gusta enseñar. www.estudiourquiza.com
Vía: https://hotbook.com.mx/nacho-urquiza/
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